La frase de Manuel Belgrano demuestra su admiración por el General San Martín, y su honestidad ante la construcción de un nuevo país. Leerla hace sentir que también fue un padre para nosotros y que no estamos solos a pesar de la máquina del tiempo que honra a nuestra Nación. Después de la larga noche del autoritarismo y la palabra amordazada, crece en estos días la sensación de haber nacido de nuevo. Como patria. Como simples mortales. Como militantes de la vida, de las causas justas y de la belleza, allí donde se exprese. Hoy, 20 de Junio, el calendario dice que es el Día de la Bandera. Don Manuel habría sonreído si alguien celebrara la coincidencia, aun sabiendo que fue izada un 12 de febrero de 1812, y hoy la fecha nos recuerda que también se cumplen 198 años de su muerte. En estos días de patriotismo que nos toca vivir son una permanente travesía en busca de nuestra identidad. La memoria edifica sólidamente a una nación. Y hace feliz a los pueblos.Todo sale a la luz en este tiempo histórico. Los que nunca mostraron sus dolores, salen a las calles y los comparten esperanzados. En ese mismo impulso de vida hay que ir al rescate de Manuel Belgrano. Porque no sólo de la bandera que creó se compone su historia.Belgrano es mucho más. Es el defensor de la industria nacional, de la soberanía, de la igualdad entre hombres y mujeres y entre criollos y pueblos originarios, precursor del periodismo, Belgrano es el que dijo un día hablando de la libertad de prensa:“Es tan justa dicha facultad como lo es la de pensar y de hablar y es tan injusto oprimirla, como lo sería el tener atado los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies a todos los ciudadanos…Sólo pueden oponerse a la libertad de la prensa los que gusten mandar despóticamente…Pero quitarnos las utilidades de la pluma y de la prensa, porque de ellas se puede abusar, es una contradicción notoria y un abuso imperdonable de la autoridad y es querer mantener a la nación en la ignorancia, origen de todos los males que sufrimos y el arma en que el tirano confía más para sojuzgar…Sin esa libertad no pensemos haber conseguido ningún bien después de tanta sangre vertida y tantos trabajos”.
Rescatar a Belgrano en este día y para siempre, es nombrarlo en su estatura de creador de la Educación pública. Y no sólo porque donó sus bienes para construir escuelas y creó la escuela técnica y la de matemáticas como precursor de la ciencia y la técnica de su tiempo. Sino por su pensamiento adelantado a Piaget y a Paulo Freyre en más de un siglo y medio. Decía Belgrano: “Los niños miran con fastidio las escuelas, es verdad, pero es porque en ellas no se varía jamás su ocupación; no se trata de otra cosa de enseñarles a leer y escribir, pero con un tesón de siete horas al día que hace a los niños detestable la memoria de la escuela, que a no ser alimentados por la esperanza del domingo, se les haría mucho más aborrecible este funesto teatro de la opresión de su espíritu inquieto y siempre amigo de la verdad. ¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada y presente educación! Al niño se lo abate y castiga en las aulas, se le desprecia en las calles y se le engaña en el seno mismo de su casa paternal. Si deseoso de satisfacer su curiosidad natural pregunta alguna cosa, se le desprecia o se le engaña haciéndole concebir dos mil absurdos que convivirán con él hasta su última vejez”. También llamó a “estudiar la historia para conocer como manejarse en el presente y el porvenir”. Y pensar que Bernardino Rivadavia prohibió a Belgrano izar “esa bandera”. Hoy, doscientos años después, la generación del Bicentenario la pone allá, alta en el cielo, como él quería.Ese maestro, economista y abogado, es el mismo Belgrano que calzó sus botas, vistió de soldado y desenvainó su sable cuando la patria llamaba. Es el mismo que hoy recordamos a través de la imagen y semejanza de la bandera que creó, y nos muestra orgullosos ante el mundo por sus colores y su historia.