miércoles, 15 de diciembre de 2010

Hay un desovillarse de las cosas que da a todo una duración momentánea. Llegan los años a su fin exhaustos, ancianos de sí mismos, buscando el reposo definitivo. Y recomienzan como si nada hubiera pasado, no muertos, sino redivivos. Pero son otros, siempre, los años que renacen; porque el ovillo del tiempo, su volumen abultado, no sabremos nunca cuando se termina. Dicen que hay momentos que se viven una sola vez en la vida. Diría: no hay ninguno que se viva dos.


Ariel Pavón




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