Nadie es inelegible para conocer la más alta verdad. Cuando la concentración, la energía y el pensamiento están dispersos, no podemos escapar de la ignorancia. La diversidad y las contradicciones de la existencia nos confunden, y las apariencias nos engañan.
¿Necesitamos de un maestro para ayudarnos en esta lucha por conocer la verdad? Al comienzo sí. Lo que no se dice con frecuencia es que el maestro humano no es sino un manifestación temporal e imperfecta de la verdad última. Sin un maestro, no puedes hacer un comienzo. Si nunca miras más allá de la persona, nunca obtendrás la integridad. Un buen maestro te guía a tu verdadero maestro interior. Sólo ese maestro, quien es tu propio yo más elevado, puede responder adecuadamente todas las preguntas.
Una vez que unes los elementos dentro de ti, metafóricamente referido como a la unión de lo masculino y lo femenino, aparece la luz que disipa la oscuridad. Tal como todas las luces de colores juntas producen luz incolora, así también la combinación de todas nuestras facetas resultan en la integración de nuestras polaridades. Cuando esto suceda, "verás" una luz en tus meditaciones. Esa luz trae conocimiento. Es por eso que es llamada el verdadero maestro.