Juana Manso:
Una mujer fuera de lo común
El 26 de junio se cumple el 193º aniversario del nacimiento de Juana Manso. Enfrentada a los prejuicios y cánones de su época, promovió un modelo educativo integral asociado a la libertad y a la igualdad como motores de desarrollo social. María De Giorgio, creadora del sitio www.juanamanso.org, nos cuenta sobre su vida y obra.
“Rodéame la indiferencia y persisto; brisas glaciales se ciernen sobre mi cabeza y persisto; acaso la perseverancia de un apostolado que se desecha por inútil será la sola memoria que dejaré a mi patria.” (Juana Manso)
Juana se interesó por mejorar la vida de los niños y las niñas de su época, cuando la mayoría de las personas no sabían leer ni escribir, y las pocas escuelas que existían eran para los hijos de las familias ricas.
En las provincias del interior las escuelas eran muy pobres, y cualquiera que supiera leer y escribir podía ser maestro. La enseñanza religiosa era muy importante, y en cuanto a la disciplina reinaba el castigo. "La letra con sangre entra” era un dicho común.
Juana creía que las escuelas debían ser lugares alegres, luminosos y limpios. Que al niño había que despertarle el interés por aprender a través del buen trato, del ejemplo, del juego y del amor…Y que ser maestro era una de las profesiones más bellas e importantes para un país.
Su padre era un ingeniero español que defendía las ideas de la Revolución de Mayo (acontecida nueve años atrás). Como su padre trabajaba para el gobierno haciendo puentes y canales conocía a hombres de la talla de Rivadavia, y por ello desde muy chica Juana escuchó discusiones –muchas veces agitadas– sobre los destinos de la patria.
Aprendió muy pronto a leer y escribir, y disfrutó mucho con ello. Concurrió a una de las primeras escuelas para niñas de la ciudad de Buenos Aires, pero se aburría, no le gustaba cómo enseñaban y a veces la aplazaban por no saber de memoria el alfabeto (¡aunque ya leía libros!).
Juana siguió estudiando por su cuenta, y a los 14 años tradujo del francés dos libros que su padre hizo imprimir. También estudiaba música y escribía poemas que, a veces, publicaba en los periódicos.
Desde joven supo ser muy independiente y participaba en reuniones con escritores, donde conversaba con ellos de igual a igual. En su tiempo, las mujeres debían ser sumisas: debían obedecer primero a sus padres y luego a sus maridos. Vivían prácticamente encerradas en sus casas, cuidando a sus hijos, y a lo sumo realizaban labores domésticas o tocaban el piano (si eran de familias adineradas).
Juana pensaba que la inteligencia no tiene sexo y que la mujer debía tener las mismas oportunidades de educación y libertad que los hombres. Pero esto era muy mal visto en aquella época. Eran tiempos difíciles: la lucha por la independencia seguía sin tregua, los gobernantes no se ponían de acuerdo sobre cómo organizar el país, y Buenos Aires y las provincias del interior estaban siempre peleando por el poder.
Cuando Juan Manuel de Rosas comenzó a gobernar en Buenos Aires, la familia Manso huyó a Montevideo y todos sus bienes fueron confiscados por el gobierno. A partir de allí comenzó un largo peregrinaje, siempre acompañado por la pobreza. Primero vivieron en Montevideo, luego en Río de Janeiro.
En Montevideo, y para ayudar a su familia, Juana puso en su propia casa una escuela para niñas. Tenía 22 años y quería implementar nuevos métodos de enseñanza. También solía reunirse con otros escritores exiliados y publicaba poemas en los periódicos. Pero cuando Rosas pactó con el gobierno de Montevideo, ella y su familia se dirigieron a Brasil, donde Juana dio clases particulares de español y francés y se inscribió en el Conservatorio de Arte Dramático.
También conoció a un joven violinista portugués del que se enamoró y con quien se casó a los tres meses de conocerse. Primero viajaron por Brasil y luego partieron a EE. UU., pero no les fue bien (el país les fue hostil y pasaron muchas penurias). Allí nació su primera hija, Eulalia, pero ni siquiera tenían recursos para comer.
Luego se fueron a Cuba, esta vez con mejor suerte. Allí nació su otra hija: Herminia. Juana escribió letras de música para su esposo y redactó su novela Misterios del Plata. Se enamoró de Cuba, de su paisaje y de su gente (quizá haya sido su época más feliz).
Finalmente regresan a Brasil, donde dictó clases de idiomas a las familias acomodadas. También redactó un periódico de mujeres, donde expuso sus ideas de igualdad de la mujer y de la educación popular, entre otros temas. En esa época se publica su novela. Al poco tiempo, su esposo huye a Portugal con otra mujer. También muere su padre –apoyo y sostén durante toda su vida– y, como ya no gobierna Rosas, decide retornar a Buenos Aires.
Juana trae nuevas ideas y experiencias que pensaba que podían servir para sentar las bases de una sociedad más justa. Lamentablemente no fue así, y la recibieron como a una extraña. ¿Quién era esa mujer pobre, proveniente de una familia desconocida, sin marido y con dos hijas? ¿Quién se creía que era para venir a traer ideas de afuera, y encima querer enseñarlas? Sí: Juana Manso había madurado y era una mujer fuera de lo común.
Publicó un periódico para mujeres: el Álbum de Señoritas, donde expuso sus ideas de educación para todos, igualdad de sexos, libertad religiosa, y de defensa de los pueblos originarios. En su novela La familia del comendador sentó su posición contra la esclavitud. Pero Buenos Aires la ignoró o tomó sus palabras como un escándalo. Como las damas de la Sociedad de Beneficencia tampoco la aceptan como maestra, decide regresar a Brasil (aunque debe volver al poco tiempo por motivos económicos).
Afortunadamente conoce a Sarmiento, que la respalda nombrándola directora de una escuela para niños y niñas. Se hacen amigos, comparten ideas, sueños, y un carácter fuerte que no se detiene frente a las adversidades.
Desde entonces Juana se dedica totalmente a la educación. Enseña; dirige una escuela para ambos sexos; desarrolla nuevos planes de estudio en varias escuelas; supervisa y mejora la labor de los maestros;promueve la creación de jardines de infantes; crea bibliotecas populares; ofrece charlas; traduce obras de educación, y escribe el primer libro de lectura de historia argentina para escuelas: elCompendio de la historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. También dirige los Anales de Educación Común, publicación creada por Sarmiento para el fomento de la educación.
Pocos la comprenden y la valoran: le ponen obstáculos y, a veces, hasta le impiden con gritos y piedras dar sus conferencias. Le manchan sus ropas y la llaman “Juana la loca”.
Ella proclama que la desigualdad se remedia con educación para todos. Critica a los gobiernos por no invertir en educación –para poder dominar mejor a las masas–, y reclama derechos para la mujer y los niños. También exige libertad religiosa, matrimonio civil, y protección para los pueblos originarios. Y decir esto, a través del periódico, la tribuna, el libro y la escuela fue demasiado “fuerte” para la época.
Juana Manso estaba segura de su misión: sus ideas tarde o temprano iban a florecer y no importaba si había que sufrir por ellas. Tuvo razón: con el paso del tiempo muchas cosas fueron cambiando y su pensamiento sigue vigente como nunca.
Murió a los 55 años, sin honores y en la pobreza. Aun enferma seguía enseñando a leer y escribir a los niños que vivían en su humilde barrio. Se había convertido al protestantismo, y antes de morir le pidieron que renegase de su fe para poder ser enterrada en el cementerio local. Pero no lo hizo. Fue enterrada en el cementerio inglés, con la siguiente leyenda: “Aquí yace una argentina que en medio de la noche de la indiferencia que envolvía a la patria, prefirió ser enterrada entre extranjeros antes que profanar el santuario de su conciencia”. En 1915, sus restos fueron depositados en el Panteón del Magisterio, en el cementerio de la Chacarita.
En la actualidad muchas escuelas llevan su nombre, su obra es nuevamente editada y su nombre comienza a ser más familiar en Buenos Aires. Lamentablemente, si preguntamos al público en general quién fue Juana Manso pocos podrán responder, pues la seguimos dejando en el olvido.
Fuente: Canal Encuentro y Google imágenes.