viernes, 26 de agosto de 2011

Tres poemas de Joaquín Gianuzzi




















Muchacha en una fotografía


Parece domingo en el jardín y en todo el mundo.
La escena ha demandado
mucho cielo para mi gusto, pero la causa
es tal vez una convicción secreta del fotógrafo.
En el fondo, una vibración moteada
de sol, con flores y hojas que se acumulan
hasta obtener una alegría
que no necesita explicación.
De modo que ella esta de pie,
sonriendo enteramente, con un resto
de viento en los cabellos.
Pero mira hacia adentro y se complace
en su anónima carne y supone que la imagen
retiene algo más que su parte mortal.
Si en eso se equivoca es asunto suyo
y nada puedo hacer al respecto. O quizás tenga razón
y de este lado
la superficie de la existencia
me despedaza y devora por dentro y por fuera.



La dalia roja


La dalia roja, este año
de azul raspada
tiende a girar cada tarde
como un pensamiento retórico
sobre el tallo doblado.
Masa atrapada en su propio resplandor,
gravitación carnal,
peso de agua y viento
todo es la misma vida unificada
frente a estas manos que oscurecen
al borde de la ventana, unidas para salvarse,
con aguda conciencia de su movimiento libre
y del desvanecimiento universal.

 
Te estoy escuchando


Escucho tus movimientos en la habitación contigua;
tu respiración bajo la luz menguante,
cómo revuelves cosas
hurgando entre papeles, objetos que ceden a tu mano libre.
Una existencia en firme, imbatible, maciza, bien resuelta y
continua.
Mi perplejidad de este lado de la pared, alimentada
por tu rumorosa pulsación.
Si el misterio nos separa
como una lámina traslúcida
¿cómo creer en la indiferencia
con que el universo te deja en libertad?